jueves, 18 de enero de 2007

21 Enero 2007 Ruta: Cotos a Boca del Asno











Puerto de Cotos a Boca del Asno
Ruta: Lineal. Longitud: 9 Km. Duración: 3 horas. Desnivel: 630 m. de descenso Dificultad: Media-Baja

El recorrido propuesto, desde el Puerto de Los Cotos (1.830 m.) hasta la Boca del Asno (1.200 m.) en tierras segovianas, es parte del conocido como camino viejo entre La Granja y El Paular.
En términos más modernos el recorrido coincide con el trazado del GR10 desde Cotos al puente de la Cantina, sobre el Eresma, en la carretera de las siete revueltas (CL-601), y desde este punto hasta nuestro destino sigue, más o menos, el conocido como Camino de las Pesquerías por los puestos de pesca que satisfacían la afición de Carlos III por esa actividad.
Los 630 m. de desnivel que salvaremos por los montes de Valsaín, son todos en sentido descendente, sin que en ningún momento haya pendientes tan pronunciadas que hagan incómoda la marcha. El camino está bien trazado, sin pérdida posible, en prácticamente todo el recorrido, aunque hay que contar con un tramo corto algo confuso una vez pasada la fuente de La Canaleja, junto al puente de la Cantina.
A lo largo del paseo, tendremos que cruzar algunos arroyos, siempre con poca o ninguna dificultad, en unos casos por el escaso caudal y en otros por contar con la existencia de sólidos puentes que permiten el paso incluso con el caudal notablemente incrementado que había tras las lluvias de fin del pasado año, este es el caso del arroyo del Telégrafo que cruzaremos en su unión con el Peñagudilla entre los puentes de la Cantina y el de los Vadillos, y este último, el de los Vadillos, que nos permitirá cruzar a pie seco el río Eresma, para llegar, caminando entre el río y la carretera a nuestro destino.
Terminamos este recorrido en Boca del Asno donde cuentan que un rey "madriles" se empeñó en ir de pesca sin separarse un ápice de la margen izquierda del río y que para eliminar la Peña del Botijo, gastó más arrobas de pólvora que en unas fallas, dejando al final al asno sin dentadura, unos enormes clavos que sujetaban las losas del regio camino y una inscripción que recordaba el evento. El tiempo y la naturaleza se han encargado de barrer una y otra vez el paso y las losas.

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