Plano recorrido de la ruta circular de La Panera a la garganta de Río Moros
Tipo de ruta: Circular. Dificultad: Fácil . Longitud : 14 Km. Duración : 4:00 h. Desnivel : 300 m.
La dehesa-pinar de la Garganta del río Moros, también conocida históricamente como de Ruy Vázquez, es un conjunto de montes situados al Noreste del municipio. Es una zona de grandes pinares abierta al oeste, rodeada de montañas, los cordales de la Sierra del Quintanar y de la Mujer Muerta por el norte, y el de Montón de Trigo, Peña Bercial, Peña el Águila y la Peñota por el sureste. A la entrada del valle hay una zona de esparcimiento muy conocida, las Casas de la Panera, con piscinas naturales, mesas y bancos, y área de aparcamiento, muy visitada durante la mayor parte del año por domingueros y excursionistas.
El río Moros se encarga en su bajada profunda de dividirla en dos mitades características. La Umbría y la Solana. En total abarca una superficie de 2.957 hectáreas. En ella convive una amplia y variada representación de especies vegetales, siendo el pino silvestre el ejemplar más abundante.
En su condición forestal, algunos expertos llegan a definirla como el mejor conjunto de pino silvestre de España; desde el punto de vista económico, ha sido durante siglos la principal fuente de ingresos y trabajo para el municipio; como reserva hidrográfica, los dos pantanos construidos el cauce alto del río Moros garantizan el abastecimiento de agua para la población; como hábitat animal, junto a varios centenares de reses vacunas que pastorean de primavera a otoño en régimen comunal, existe un reserva natural para la cría del corzo y multitud de especies: jabalís, rapaces, palomas torcaces, perdices, arrendajos, ardillas, liebres…En el río pervive la trucha autóctona.
En suma, la Garganta es un espacio increíble, repleto de parajes, collados, arroyos y rincones singulares que no dejan de sorprender; el viajero agotará su libreta si en ella anota las emociones y sentimientos que puede vivir en su paseo infinito: la imagen de los pinos reflejada en el pantano, el embrujo de un tejo o de una mata de acebos repleta de redondos frutos rojos en la cañada de Solanilla o en la ladera de los Acebos, el encuentro sorpresivo con un corzo huidizo, el agua helada del arroyo del Tejo, el paisaje primaveral de los narcisos silvestres en las piedras ‘Piel de Lagarto’ de la ladera de Peña el Oso, el cantar subterráneo del agua bajo la pedriza de Catarro, el brotar pausado y armonioso de los manantiales de los ojos del río Moros en la falda del Montón de Trigo, la estampa otoñas de las manchas amarillas de los serbales y su contraste con las copas verdes y los fustes anaranjados de los pinos.
Punto de partida: El aparcamiento de la Panera
Iniciamos nuestra andadura desde el final de la Panera (1282 m.), tomando la pista forestal que sale justa nada mas cruzar el puente de la carretera de regreso o salida de la Panera.
Así penetraremos en la zona forestal del valle, cerrada a todo tránsito en los meses estivales para la prevención de incendios. Y es que para esta masa forestal bien merece la pena cualquier precaución, ya que todo el valle es un tapiz de altos pinos silvestres maderables, conjunto de alto valor ambiental y económico.
Desde la zona de Puente Negro, en la margen derecha del río, una pista forestal inicia una vertiginosa remontada, faldeando por la ladera norte del valle, a la totémica montaña de la Mujer Muerta. Con este nombre se bautizan en España a numerosos cordales que, desde el llano, asemejan el perfil de una mujer yaciente, invocando a bellas leyendas, de amor, odio, celos... que explican sus curiosas siluetas y dan un aire mágico a las alturas.
Pasaremos varios refugios en nuestro caminar ascendente hasta llegar al embalse del Tejop o de las Tabladillas, con su espectacular aliviadero y luego a poco mas de 500m. nos toparemos con el pie de presa del Embalse del Espinar o Vado de las Cabras, con sorprendentes contrafuerte, subiendo al muro de la presa sin salir a la pista y cruzándole atajaremos al camino forestal que lo bordea y desciende por la margen izquierda del río, culebreando según la orografía de la falda del cordal de la sierra de Guadarrama, tomando siempre los caminos que salen a nuestra derecha, hasta salir y cruzar el Puente Negro que nos devolverá a la Panera y punto de partida.
El río Moros se encarga en su bajada profunda de dividirla en dos mitades características. La Umbría y la Solana. En total abarca una superficie de 2.957 hectáreas. En ella convive una amplia y variada representación de especies vegetales, siendo el pino silvestre el ejemplar más abundante.
En su condición forestal, algunos expertos llegan a definirla como el mejor conjunto de pino silvestre de España; desde el punto de vista económico, ha sido durante siglos la principal fuente de ingresos y trabajo para el municipio; como reserva hidrográfica, los dos pantanos construidos el cauce alto del río Moros garantizan el abastecimiento de agua para la población; como hábitat animal, junto a varios centenares de reses vacunas que pastorean de primavera a otoño en régimen comunal, existe un reserva natural para la cría del corzo y multitud de especies: jabalís, rapaces, palomas torcaces, perdices, arrendajos, ardillas, liebres…En el río pervive la trucha autóctona.
En suma, la Garganta es un espacio increíble, repleto de parajes, collados, arroyos y rincones singulares que no dejan de sorprender; el viajero agotará su libreta si en ella anota las emociones y sentimientos que puede vivir en su paseo infinito: la imagen de los pinos reflejada en el pantano, el embrujo de un tejo o de una mata de acebos repleta de redondos frutos rojos en la cañada de Solanilla o en la ladera de los Acebos, el encuentro sorpresivo con un corzo huidizo, el agua helada del arroyo del Tejo, el paisaje primaveral de los narcisos silvestres en las piedras ‘Piel de Lagarto’ de la ladera de Peña el Oso, el cantar subterráneo del agua bajo la pedriza de Catarro, el brotar pausado y armonioso de los manantiales de los ojos del río Moros en la falda del Montón de Trigo, la estampa otoñas de las manchas amarillas de los serbales y su contraste con las copas verdes y los fustes anaranjados de los pinos.
Punto de partida: El aparcamiento de la Panera
Iniciamos nuestra andadura desde el final de la Panera (1282 m.), tomando la pista forestal que sale justa nada mas cruzar el puente de la carretera de regreso o salida de la Panera.
Así penetraremos en la zona forestal del valle, cerrada a todo tránsito en los meses estivales para la prevención de incendios. Y es que para esta masa forestal bien merece la pena cualquier precaución, ya que todo el valle es un tapiz de altos pinos silvestres maderables, conjunto de alto valor ambiental y económico.
Desde la zona de Puente Negro, en la margen derecha del río, una pista forestal inicia una vertiginosa remontada, faldeando por la ladera norte del valle, a la totémica montaña de la Mujer Muerta. Con este nombre se bautizan en España a numerosos cordales que, desde el llano, asemejan el perfil de una mujer yaciente, invocando a bellas leyendas, de amor, odio, celos... que explican sus curiosas siluetas y dan un aire mágico a las alturas.
Pasaremos varios refugios en nuestro caminar ascendente hasta llegar al embalse del Tejop o de las Tabladillas, con su espectacular aliviadero y luego a poco mas de 500m. nos toparemos con el pie de presa del Embalse del Espinar o Vado de las Cabras, con sorprendentes contrafuerte, subiendo al muro de la presa sin salir a la pista y cruzándole atajaremos al camino forestal que lo bordea y desciende por la margen izquierda del río, culebreando según la orografía de la falda del cordal de la sierra de Guadarrama, tomando siempre los caminos que salen a nuestra derecha, hasta salir y cruzar el Puente Negro que nos devolverá a la Panera y punto de partida.
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